El fracaso es lo opuesto al éxito. Al menos esa es la descripción más común. Sin embargo, no muchas personas exitosas lograron la cima sin cometer errores, aprender de ellos y retroceder para volver a empezar.
En los años recientes, profesores y otros profesionales del desarrollo infantil, han notado entre los niños una baja tolerancia al fracaso, resultado de un débil sentido de independencia y una menor probabilidad de correr riesgos. Esto es justamente lo que nos ayuda a ser exitosos.
¿Cómo se explica esta tendencia?
La delgada línea entre criar suficiente y criar demasiado
El apego y la interacción con nuestros hijos están bien establecidos, los padres prestan más atención al desarrollo emocional de sus hijos y a los beneficios de la inteligencia emocional. Sin embargo, es posible que los padres que se preocupan demasiado por el bienestar de sus hijos, los alejen de las posibilidades de fallar, porque quieren protegerlos de las malas experiencias. En realidad, al tratar de hacer algo y fallar y tener que volver a intentarlo una y otra vez es que se aprende una nueva habilidad.
En esta etapa de la vida de tu bebé, sus fallas son a menor escala: en el proceso de aprender a usar la cuchara, la mitad de la comida se cae. Trata de poner un triángulo donde va un cuadrado en un rompecabezas de formas. Se tropieza y cae mientras aprende a caminar bien. Es difícil verlo en esta lucha. No obstante, esta es la manera en la que va conociendo cómo enfrentarse a esos intentos fallidos y es una de las características particulares de la inteligencia emocional, la cual está asociada con resultados positivos como:
Experiencia y maestría
Consiste en lograr una tarea difícil después de muchos intentos fallidos y probar repetidas veces. Para tu pequeño esto puede ser aprender a agarrar un juguete o ponerse zapatos. Que le alcances su juguete o le pongas sus zapatos será la primera señal de frustración, debido a que el bebé practica menos este tipo de tareas y puede demorarse más en lograr esta habilidad.
Confianza
Ir más allá de los inevitables fracasos hasta dominar una tarea, construye en tu hijo el sentido de que es capaz de hacerlo y le da la confianza para probar cosas nuevas. Cuando intentas proteger a tu bebé de la frustración que implica el aprendizaje, en realidad lo que puedes estar haciendo es enviarle un mensaje de que no crees que sea capaz de hacerlo.
Independencia
Los niños que no se sienten bien con el fracaso, buscan a los demás para que les ayuden a lograr sus tareas. Un niño pequeño aprendiendo a ponerse la ropa puede evitar la frustración negándose a hacerlo por sí mismo. En cambio, un niño pequeño a quien se le fomente para que siga intentando, aprende a dominar la tarea y a hacerla consistentemente por su propia cuenta.
Correr riesgos
Los niños con miedo a equivocarse toman menos riesgos. Ellos evitan el fracaso haciendo sólo cosas que saben que pueden alcanzar.
Creatividad
Los niños que no sienten miedo de hacer algo ‘mal’ probablemente corren más riesgos creativos. Si un niño es corregido por dibujar a una persona con ocho brazos en lugar de dos, puede espantarse de usar su imaginación por temor a hacer algo ‘mal’.
Resiliencia
Los niños a quienes les permiten fallar, aprenden a cómo mantener esto en perspectiva y retroceder para volver a intentarlo. Con el tiempo esto los ayudará a ser resilientes.
Lo que esto significa para ti
Sigue estos consejos para enseñarle a tu pequeño a enfrentar el fracaso:
Permite que sienta frustración (dentro de lo razonable). Mientras su frustración no se esté convirtiendo en una tragedia, deja que tenga pequeñas ayudas para sentirse cómodo con el esfuerzo y los tropiezos propios del aprendizaje.
Empatía y ánimo. Muéstrale que entiendes cómo se siente y cuéntale que la frustración es una parte natural del aprendizaje. Anímalo a seguir intentando. El mensaje más importante que debes darle es ¡no te des por vencido! y a veces este se puede perder cuando protegemos a nuestros pequeños de luchar contra algo.
Hazlo con él, no por él. Cuando tu bebé necesite de tu ayuda puedes decirle: “Vamos a intentarlo juntos” o “Déjame mostrarte cómo se hace y luego lo pruebas tú”. Si tu bebé no quiere hacer algo porque sabe que es difícil, puedes tranquilizarlo. Si intenta primero por su propia cuenta y tiene problemas, ayúdalo.
Deja espacio para la creatividad. Si quiere alimentar a un animal de peluche, poniendo una botella de juguete en sus pies en lugar de su boca, déjalo. Cuanto más sienta que es aceptable probar diferentes maneras de hacer las cosas, más probabilidades tendrá de tomar riesgos creativos.
Tu pequeño todavía no se sentirá desilusionado por una baja nota o un partido de fútbol perdido, pero el esfuerzo que ponga ahora le ayudará a tomar mejor las cosas cuando se equivoque. Le será más fácil levantarse de mayores tropiezos en el futuro.